El ocaso romántico
¡Ah!, qué bello es el sol cuando se alza risueño
como si un “¡buenos días!” alegre nos dijera.
¡Ah!, bienaventurado, dichoso el que pudiera
Saludarlo en su ocaso más glorioso que un sueño.
¡Lo recuerdo! Yo he visto todo, flor, surco, fuente,
desfallecer bajo él en inmenso latido
Corazón, vamos, vamos que se va, que se ha ido,
corramos, que aún destella un rayo en el poniente.
Pero persigo en vano al dios que se retira;
la inexorable noche con imperio nos mira,
negra, húmeda, funesta, llena de escalofríos;
un olor de sepulcro desciende desde lo arcano,
y mi pie temeroso, al borde de un pantano
roza sapos nocturnos y caracoles fríos.
como si un “¡buenos días!” alegre nos dijera.
¡Ah!, bienaventurado, dichoso el que pudiera
Saludarlo en su ocaso más glorioso que un sueño.
¡Lo recuerdo! Yo he visto todo, flor, surco, fuente,
desfallecer bajo él en inmenso latido
Corazón, vamos, vamos que se va, que se ha ido,
corramos, que aún destella un rayo en el poniente.
Pero persigo en vano al dios que se retira;
la inexorable noche con imperio nos mira,
negra, húmeda, funesta, llena de escalofríos;
un olor de sepulcro desciende desde lo arcano,
y mi pie temeroso, al borde de un pantano
roza sapos nocturnos y caracoles fríos.
Baudelaire, inconfundible.
14 de diciembre de 2009, 6:37
Guau! te pasaste! eso es tuyo? me encantó!
Ese es el ocaso que me gusta jaja
14 de diciembre de 2009, 7:21
Jajajaja! Ojalá pudiera atribuirme el mérito, pero no, es de Baudelaire.
18 de diciembre de 2009, 21:29
Qué impresionante
23 de diciembre de 2009, 21:25
Llego tarde, pero debo admitir que Baudelaire es uno de mis amores imposibles...
No me queda otra que felicitarte.